lunes, 19 de mayo de 2014

La sinfonía de los oficios

Varios oficios tradicionales de la ciudad de Quito pierden fuerza con el paso del tiempo y son pocos quienes involucran su vida para rescatarlos. Recorriendo el Centro de Quito  nos encontramos con personajes que luchan constantemente por dejar algún legado en  la ciudad, su trabajo. La mayoría, convertidos en atractivos turísticos, no temen a mostrar  el orgullo que significa ejercer su pasión como actividad y rutina.
¿Quiénes son?

De tronco a obra de arte

En la casa 989 de La Ronda nos encontramos con:
Roberto Betancourt, un personaje amable que dedica su tiempo a la escultura en madera, aprendió su oficio hace 10 años en la antigua Escuela Quiteña. Su maestro, Gabriel García, le enseñó algunas técnicas que actualmente utiliza. Otras fueron enseñadas por los hijos del maestro. La escultura en madera que realiza éste tallador, no sólo involucra técnicas para esculpir un pedazo de tronco, sino que también se complementa con la pintura, el lijado, los vitrales y el dorado. Esto hace que sus esculturas se asemejen a la cerámica. Antes de hacer alguna pieza, Betancourt primero realiza un estudio de la figura que va a realizar. ‘‘Investigo la anatomía y canon del cuerpo humano… Practico a parte antes de hacer mi imagen para no equivocarme, al final dejo las caras, las manos y los pies’’, agregó. Este contemplador de imágenes religiosas en las iglesias de Quito espera igualar aquel arte que considera perfecto y enseñarlo para que no se pierda. ‘‘No soy egoísta, sí quisiera enseñar para que puedan aprender, ya que actualmente no existen centros como en los que aprendí’’, indicó. Orgulloso de su oficio, con mirada fija y voz reflexiva, concluyó, ‘‘Siempre habrá que luchar para que haya un éxito en la vida’’.



 

Imágenes tomadas de la página web 'noticiasquito' 

El hierro, metal artístico

José Salazar, vecino de Roberto Betancourt, trabaja en el taller de forja artística. Al igual que el escultor en madera, él aprendió en la antigua Escuela Quiteña. Terminó el colegio e inclinó su futuro hacia este arte que le apasiona. ‘‘Sí quería entrar a la universidad, pero más me atrajo esto por curiosidad de cómo hacer algo en un metal, en una barilla, en una platina… darle forma al material’’,  comentó. Él no ve su oficio como negocio, sino como objetivo de salvar ésta tradición, identidad de Quito. ‘‘Mi recomendación es que los jóvenes se interesen en éste arte para que sepan quienes son y de donde realmente vienen’’,  expresó.

                                 
                                  

Lo antiguo ya no tiene polvo

Por último en ésta casa de artistas nos encontramos con Humberto Santacruz, quien se considera un ‘médico cirujano de pianos’, ya que dedica su tiempo a restaurar aquel instrumento. A éste músico le toma meses dejar como nuevo un órgano antiguo y maltratado, pero su esfuerzo vale la pena. Rodeado de recuerdos entona una melodía en un piano de 1875.

Santacruz es la cuarta generación de pianistas de su familia. Su padre, Humbero Santacruz, fue un músico ecuatoriano muy reconocido. “Hago esto desde los 9  años… mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo, soy la cuarta generación, me dedico a esto porque es mi vida”, aclaró. No sólo arregla pianos, sino que también enseña a tocarlos. “Esto no hay que forzar, debe nacer… Yo pienso que para todas las cosas uno debe tener vocación, de lo contrario no se metan porque llegan a ser profesionales frustrados”, recomendó. 


 Humberto Santacruz restaurando un piano



Piano que ha sido restaurado por meses













Un piano alcancía, dónde Santacruz pide alguna colaboración económica.

Carpeta en donde cada visitante escribe un pequeño párrafo para Humberto.




Los juguetes también bailan

Cerca de la casa 989 en La Ronda, nos encontramos con otros personajes cuya pasión también es hacer arte. En otro pequeño local encontramos una ‘juguetería de madera’.Gerardo Zabala es el creador de juegos antiguos hechos en madera como tromposperinolasplatillosbaleros, entre otros. Zabala dedica su tiempo al arte de la tornería desde hace 50 años. Su objetivo no sólo es mantener está tradición viva, sino también que los jóvenes sean los protagonistas de éstos juegos. “La juventud de ahora no conoce casi nada porque están con  juegos que traen del exterior o los juegos del internet… lo que pasa es que no interactúan, se vuelven sólo espectadores más no actores”, agregó con pena.









La dulzura de un oficio


Saltando una casa, tenemos a una pareja que se dedica a la apicultura y a realizar extractos naturales como repelentes. René Gutiérrez y Mayra Quishpe llevan 10 años con ésta labor. Ellos no tienen hijos, pero sí muchas abejas. “Tenemos más de 40 colmenas”, señaló Gutiérrez. Ocupados en su oficio se turnan para responder a la entrevista. Quishpe relata que no sólo cuidan de éstos animales polinizadores, sino que también usan su miel para bálsamos, dulces, cremas, etc. Ella es quién se encarga de hacer los repelentes naturales y aclara que no son hechos con la miel de abeja. “Los repelentes son  hechos con plantas naturales… Nosotros compramos las plantas a unos compañeros”, comentó.

Entre hilos

Por otro lado, tenemos a dos artistas más. Ellos se encuentran al paso de la calle. Arrimados a una pared tratan de mostrar su habilidad y aunque no tienen aún permiso del Municipio esperan por largas horas que turistas aprecien su arte.Uno de ellos es Luis Maiguan, artesano desde hace 10 años. Él junto a sus hermanos tejen pulseras con la ayuda de un telar que ellos mismo crearon para poderse trasladar de un lugar a otro. “Nosotros nos ingeniamos esto para poder salir y mostrarle a la gente nuestras costumbres de Otavalo ", añadió.


   

   

  
    Una visión colorida
Más abajo se halla a Marco Antonio Rodríguez, artista plástico. Dice no siempre encontrase en La Ronda, ya que depende del ‘espacio’. “No tengo permiso del municipio, ellos me suelen molestar cuando estoy por acá”, aclaró. En un pequeño pedazo de pared blanca y sucia, exhibe su arte. Pinturas son expuestas ante los turistas. Su creatividad se extiende en hojas secas de los árboles. Asegura querer entregar cultura con lo que plasma en sus obras. “El arte es comunicación”, reflexiona con una sonrisa.






El niño Jesus en el siglo XXI

No tan distantes de La Ronda, en el Centro de Quito, en la calle Rocafuerte y Venezuela, nos encontramos con una mujer alegre, María Luisa Gonzales. Ella junto a su esposo se dedican a restaurar y confeccionar artículos religiosos hace cuatro años. “Empecé el negocio por incentiva propia”, señaló. En un ambiente navideño, rodeado de luces y adornos; nos recibe amablemente y relata cómo empezó aquel oficio que les toma esfuerzo todo el año. 



Imágenes recuperadas del diario La Hora

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